De manera selectiva, Australia fomenta la inversión extranjera para diversificar su economía y expandir sus infraestructuras.
La economía australiana es un cúmulo de fortalezas. Impulsada por años de crecimiento ininterrumpido, un importante superávit comercial basado en la exportación de materias primas y un creciente vínculo con las potencias emergentes asiáticas, Australia es ya la duodécima mayor economía del mundo, y se prevé que crezca a un ritmo medio de entre el 2% y el 2,5% en los próximos años.
Gran parte de su éxito se ha basado en la preponderancia de su inmenso sector minero. Sin embargo, las autoridades son conscientes del riesgo que implica un exceso de dependencia respecto a esta industria, y tienen la intención de continuar diversificando la economía para hacerla menos sensible a un eventual descenso del precio de las materias primas o a un frenazo de su gran cliente: China.
El país está fortaleciendo sectores distintos al minero, que se benefician de una importante llegada de capital exterior. De hecho, la inversión extranjera directa (IED) se ha convertido en uno de los principales motores del crecimiento de su economía, sobre todo en el sector servicios, que representa más del 70% del PIB australiano.
La diversificación es ya una realidad, y la participación foránea es uno de sus elementos clave. Con Estados Unidos y el Reino Unido como principales emisores, los flujos netos de IED dirigidos a Australia alcanzaron en 2014 los 72.600 millones de dólares estadounidenses, y el stock de IED se elevó a 2,8 billones de dólares, lo que supone un incremento del 10,4% respecto a 2013. La minería, las manufacturas industriales y el sector financiero fueron los principales receptores de la inversión.
Notificación previa
Australia cuenta con una legislación rigurosa y selectiva en lo referido a la IED, que se rige fundamentalmente por la Ley de Adquisiciones y Absorciones Extranjeras.
El principal requisito establecido en el marco legal australiano es la obligación de que las propuestas inversoras sean notificadas por los interesados a las autoridades, para que estas valoren si aprueban o rechazan los proyectos en función de si son favorables o contrarios al interés nacional.
La obligación de esta notificación previa no afecta a todas las inversiones, sino solo a las operaciones de adquisición o aumento de participación en empresas australianas por un monto superior a 252 millones de dólares australianos (unos 147 millones de euros), y a la adquisición de ciertas propiedades inmobiliarias. Sin embargo, las inversiones para el establecimiento de nuevas compañías no requieren de notificación o aprobación alguna.
Las autoridades son estrictas en lo relativo a la fiscalidad, al exigir a los Gobiernos extranjeros susceptibles de realizar inversiones comerciales en Australia que estas sean estructuradas de una forma que permita gravarlas con todos los impuestos pertinentes, sin que surjan problemas de inmunidad soberana.
A su vez, el país restringe la participación extranjera en sectores como el aeroportuario (la aportación no puede exceder el 49%) o la aviación civil. La adquisición por parte de capital foráneo de bancos, astilleros, medios de comunicación o empresas de telecomunicaciones está también sujeta a limitaciones de propiedad.
Apoyo a operaciones de alto impacto
Frente a las limitaciones, el Gobierno australiano ofrece incentivos que se dirigen fundamentalmente a proyectos en los que quede demostrada su contribución significativa a la economía local, sobre todo en términos de creación de empleo. Estos alicientes a la inversión pueden consistir en subvenciones, rebajas fiscales o en la provisión de las infraestructuras de servicios necesarias.
Uno de los programas de incentivos más importante es el llamadoMajor Project Facilitation (MPF), que implica la simplificación de procedimientos administrativos y garantiza el apoyo gubernamental a grandes operaciones de construcción que sean respetuosas con el medio ambiente, que contribuyan al desarrollo sostenible del país y que posean la suficiente entidad como para ser consideradas estratégicamente relevantes. En este sentido, se requiere que la operación tenga una cuantía no inferior a los 50 millones de dólares australianos (unos 31,6 millones de euros).
El país también ofrece rebajas fiscales a pymes que acometan inversiones con un alto contenido en I+D, mediante un programa que incluye deducciones de entre el 40% y el 45% de sus gastos en actividades directamente relacionadas con la innovación.
Hasta hace poco, las operaciones de naturaleza innovadora se beneficiaban de los incentivos derivados de un fondo estatal de capital riesgo. Este ha sido sustituido por los siguientes programas:
– Early Stage Venture Capital Limited Partnerships (ESVCLP), para proyectos de entre 10 y 100 millones de dólares australianos;
– Venture Capital Limited Partnerships (VCLP) para proyectos de entre 10 y 250 millones de dólares australianos.
Además de esos incentivos, el buen posicionamiento del país en clasificaciones internacionales como el índice del Banco Mundial que valora la facilidad para hacer negocios, en el que Australia ocupa el decimotercer puesto, es un acicate adicional para invertir en ese mercado.
Oportunidades para la empresa española
Las relaciones inversoras entre España y Australia se han fortalecido a lo largo de los últimos años, y cuentan con el anclaje institucional de acuerdos como el Convenio para Evitar la Doble Imposición suscrito por ambos países en 1992.
El interés y conocimiento mutuos se han visto reforzados por la actividad de las grandes multinacionales españolas, cada vez más interesadas en los concursos y licitaciones convocadas por los distintos estados y por el propio Gobierno Federal australiano.
Desde 2011, la inversión bruta española ha ido aumentando progresivamente, centrándose sobre todo en el sector energético y en el de la construcción. Este crescendo se detuvo en 2014 (el último año para el que existen datos definitivos), cuando los flujos de inversión españoles cayeron más de un 43% y se quedaron en los 48,6 millones de euros.
Más allá de este retroceso puntual, la economía australiana sigue brindando buenas oportunidades a la empresa española, sobre todo en el ámbito de la construcción de infraestructuras de transporte como carreteras, túneles, puentes, puertos, vías de ferrocarril y aeropuertos.
Otro sector interesante es el de las infraestructuras de energía, que requieren de una importante expansión como consecuencia del crecimiento económico y de la población. El sector de la gestión del agua es igualmente atractivo, al tratarse de una economía avanzada y expansiva que se asienta en el continente habitado más seco del mundo.
La empresa española, además, empieza a ser percibida en Australia como puntera en la provisión de soluciones de alta tecnología para los sectores de la defensa, las telecomunicaciones o los servicios financieros. Una razón adicional para que se le abran esas puertas tan lejanas como prometedoras.
PABLO DÍEZ
Documentación
International Investment Australia 2014
Ed. Departamento de Asuntos Exteriores y Comerciales del Gobierno de Australia, septiembre 2015, 88 págs., en inglés
Informe Económico y Comercial. Australia
Ed. Ofecomes Sídney, junio 2015, 43 págs., en español
Guía de Incentivos a la Implantación. Australia
Ed. Ofecomes Sídney, 2014, 16 págs., en español
Simulador de costes de establecimiento ICEX: Australia
A continuación presentamos un extracto de la información que ofrece la herramienta “Simulador de Costes de Establecimiento” del ICEX. Si quiere consultar con detalle los costes de constitución de una sociedad, inmobiliarios, laborales, fiscales, de suministros o el coste de vida para expatriados en más de 100 mercados, pincheaquí. También puede realizar simulaciones de la implantación de su empresa en un mercado, obteniendo el resultado en ese país y en otros comparables.
Más información sobre costes de establecimiento en Australia
Fuente: El Exportador-ICEX.